y así partimos

Hola! mi nombre es Mónica y hoy te quiero contar la historia de Skulware!
Fue en Curacaví en 1997 cuando tuve mi primera máquina de coser, una china. Para ese entonces, no tenía pensado que mi gusto por las telas y colores, que usaba para hacer parcas y cubrecamas para mis hijos, me llevaría a tener mi propia micro-empresa de confección de uniformes y ropa de trabajo para tantas personas.

Recuerdo con mucho cariño al primer Jardín infantil (Campanitas) y colegio (Dolmen School) que me abrieron las puertas para ofrecer mi trabajo. Ahí me tocó, por primera vez,  confeccionar uniformes, delantales y cotonas para otros niños que no fueran mis hijos, ¡pero ellos no quedaron fuera del panorama! ya que me ayudaron en tareas imprescindibles como deshilachar, abrir ojales y dejar las prendas sin ninguna pelusa para ser entregadas a la perfección.

A pesar que una fuerte crisis económica me dejó sin ninguna máquina, al parecer mi destino estaba unido con el rubro de la confección de uniformes, ya que en el 2005, viviendo en La Serena, nuevamente, comencé a trabajar en lo mío. Recibí la importante ayuda de mi papá y mi marido, quienes me regalaron gran parte de mis herramientas de trabajo. También, un par de amigos que trabajaban en el rubro, me facilitaron patrones y contacto para mi primer crédito, eso me permitió abrirme paso en el rubro y agrandar el equipo de trabajo en el  2008 con mi primera contratación.

Como mamá de cuatro hijos, conozco de cerca la importancia de tener un uniforme de alta calidad y que dure lo más posible. Eso me impulsó a llevar esa preocupación a cada prenda que confeccionaba; pienso que fue ese sello el que me permitió seguir creciendo tanto como para que en el 2010 arrendara mi primer local y hasta el día de hoy pueda contar con un equipo humano que se esfuerza día a día a trabajar en el mismo lineamiento.

Hoy, estoy enfocada en seguir trabajando por lo que me apasiona y en seguir creando nuevas líneas como SKW HOME, CLINIKWARE Y  SKW-WORK.

Por cierto, siempre agradecida de Dios!